¿EL LENGUAJE INCLUSIVO?

La Ley y la palabra 

Una mirada psicoanalítica.


"Toda discusión sobre el origen del lenguaje está marcada por una irremediable puerilidad, e incluso por un indudable cretinismo. Siempre se intenta hacer surgir el lenguaje de váyase a saber qué progreso del pensamiento. Es evidentemente un círculo"

Jacques Lacan

Seminario 1, clase del 9 de junio de 1954


"La primera de nuestras reglas es no preguntar en ningún caso por el origen del lenguaje, aunque sólo sea porque se demuestra suficientemente por sus efectos. Cuanto más lejos vamos en cuanto a sus efectos, más emerge dicho origen. El efecto del lenguaje es retroactivo, precisamente porque a medida que se desarrolla, manifiesta la falta de ser". 

Jacques Lacan

Seminario 17, clase del 20 de mayo de 1970.


Anoche discutía con una colega sobre esta cuestión, si el hecho de usar el lenguaje inclusivo significa incluir a aquellos excluídos o "invisibilizados" porque no se los nombra, porque se los deja a-fuera en el discurso social.

Y pensé: esto de inclusión/exclusión con un ejemplo, cuando alguien pide el menú de un Bar, no hay opciones para los ciegos,  los sordos, etc. Y surge la pregunta: ¿cuál es el quid de la inclusión de los otros (les otres) excluídos?

La palabra -y la Ley que la legitima- no está atada a ningún patrón, diccionario o norma que imponga/permita/prohíba su uso de tal o cual forma. Casa uno habla de la manera que puede. No hay un buen o mal uso del lenguaje. ¿Por qué? Porque el lenguaje está estructurado alrededor de una falta (o una falla). A esto se refería U.Eco cuando decía que el lenguaje es "la estructura ausente"; lo que equivale a decir que el lenguaje no está en ningún lado, no está en nadie, sino que cada uno (lo) habla de la manera que le sale, como puede.  La palabra es eso que está entre nosotros pero nadie posee un "buen uso" o un "mal uso" de ella. No obstante, sabemos que todo el tejido social (interhumano) se construye a través de la palabra, cuando (nos) hablamos todos conocemos y participamos de alguna manera, del código. Es un pacto del cual todos somos parte, por el hecho mismo de habitar el lenguaje que nos precede, y nos constituye como seres humanos. 

Por ser hablantes somos todos iguales, sin desconocer por ello nuestras diferencias (subjetivas). Por eso, cuando subimos a un colectivo, hay asientos reservados para quienes no poseen la misma movilidad que otros [identificados mediante  signos y señales legibles]. Lo cual ya nos da la pauta de que en el sistema hay inclusión de algunos y exclusión de otros, según las diferencias.

Por lo que más que incluir o excluir me parece que lo que hace el lenguaje, mejor dicho el código social que se teje con él, es contemplar el conjunto, sus semejanzas y también sus diferencias. Y es ésta la razón por la cual nacen las leyes que permiten por ej que una persona trans pueda nombrarse a sí misma como hombre o mujer (y elegir su nombre) e inscribirlo en su DNI; es un modo de ser reconocerse y ser reconocido por los otros. 


La palabra hace a la Ley y no a la inversa. 

Hay muchos que creen, que están convencidos de que hablar de tal o cual manera es cool, es progre, que hay que hablar así, estamos en el siglo 21, etc etc. Pero en realidad, el mero hecho de usar "el lenguaje inclusivo" (todes, compañeres, otres) no significa per se incluir a los excluídos (por sus diferencias) sino que el tema es más profundo: son las leyes que vamos construyendo -cumpliendo, o haciendo cumplir- como sociedad las que nos marcan en nuestra subjetividad, las que reconocen y nos dignifican a todos como sujetos. 


Juan Pablo Moscardi


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