La cura analítica y el Ideal del Otro
"Cuando se acuestan la razón y el deseo, llueve sobre mojado"
Sabina/Páez
Se habla mucho sobre este tema, si un análisis apunta -para decirlo en criollo-a cuestiones morales, si corrige conductas, maneras de pensar, etc etc. Lo que nos lleva a plantear qué se hace en la cura psicoanalítica con este tipo de cuestiones y la implicación del analista en ellas. Ante todo quisiera aclarar que yo soy analista en formación y no atiendo pacientes. Ello no es obstáculo para leer y escribir sobre psicoanálisis. Como decía Lacan, un analista se autoriza de sí mismo y algunos otros. Y es la teoría la que lleva a la clínica y no a la inversa. Pero eso es otro asunto. Vayamos al tema planteado.
La (dirección de la) cura es hacer caer el Ideal del Otro. Pero veremos en qué sentido estoy enunciando esto. Quisiera ampliar esta idea enlazando la cuestión que muchas veces surge como interrogante: si la persona-del-analista está (o no) presente en el análisis. Lo que equivale a plantear: ¿le demanda algo al paciente que consulta? O bien ¿cuál es la demanda del análisis? Esto nos lleva al terreno de la transferencia imaginaria y su función en el análisis. Veamos qué nos dijo Lacan al respecto: "El sujeto invitado a hablar en el análisis no muestra en lo que dice, a decir verdad, una gran libertad. No es que esté encadenado por el rigor de sus asociaciones: sin duda lo oprimen, sino que más bien ellas desembocan en una palabra libre, en una palabra plena que le sería penosa. Nada más temible que decir algo que podría ser verdad. Porque podría llegar a serlo del todo, si lo fuese, y Dios sabe lo que sucede cuando algo, por ser verdad, no puede ya volver a entrar en la duda.(...) A lo que oigo, sin duda, no tengo nada que replicar, si no comprendo nada de ello, o si comprendiendo algo, estoy seguro de equivocarme. Esto no me impediría responder. Es lo que se hace fuera del análisis en semejante caso. Me callo. Todo el mundo está de acuerdo en que frustro al hablante, y aunque a él en muy primer lugar, también a mí mismo. ¿Por qué? Si lo frustro, es que me pide algo. Que le responda, justamente. Pero él sabe bien que no serían más que palabras. Como las que puede obtener de quien quiera. Ni siquiera es seguro que me agradecería que fuesen buenas palabras, menos aún malas. Esas palabras, no me las pide. Me pide..., por el hecho de que habla: su demanda es intransitiva, no supone ningún objeto. Por supuesto su petición se despliega en el campo de una demanda implícita, aquella por la cual está ahí: la de curarlo, revelarlo a sí mismo, hacerle conocer el psicoanálisis, hacerlo calificar como analista. Pero esa demanda, él lo sabe, puede esperar. Su demanda presente no tiene nada que ver con eso, incluso no es la suya, porque después de todo soy yo quien le ha ofrecido hablar. (El sujeto sólo es aquí transitivo.) He logrado en suma lo que en el campo del comercio ordinario quisieran poder realizar tan fácilmente: con oferta, he creado demanda"
Entonces la función del analista es ofrecerle hablar al Sujeto del inconsciente. ¿De qué se habla en un dispositivo analítico? No se habla de cuestiones morales, no se juzga, no se emiten juicios de valor. El analista escucha Eso que -no se sabe por qué- produce padecimiento en el Sujeto.
Recordemos que el término Sujeto no se iguala a la persona que consulta. El sujeto es aquello que aparece en la cadena discursiva y que el analista escucha (lee). Como enunciaba Lacan, "que el Sujeto hablando goce...y no quiera saber nada de esto". Este goce, el sufrimiento de más, tiene que ver con el texto de Freud "Más allá del principio del Placer", y que Lacan enunciara "el goce empieza en la cosquilla y termina en la parrilla". Avancemos. Este sufrimiento de más está en el horizonte del Ideal del Otro que construyó al Sujeto. La subjetividad como dije no es la persona del analizante, sino que va más allá de eso: lo inconsciente es -siguiendo una de las definiciones que nos dio Lacan- el Discurso del Otro. El gran descubrimiento del psicoanálisis es que nadie habla, las palabras no son propias de uno, sino que Eso habla en cada uno, más allá de la voluntad yoica. Nadie usa al lenguaje sino que el lenguaje nos usa para decir lo que no queremos. Este Ideal del Otro, del lenguaje, suele (a)prisionar al neurótico (y los perversos y psicóticos más todavía!) y suele aparecer como una bandera que se iza, un culto que se le rinde al Otro, una imagen a sostener que aunque produzca sufrimiento, el neurótico no querrá dejarla porque cree que puede llegar a colmar algún día. Daré algunos ejemplos para ilustrar cómo el Ideal del Otro atrapa al Sujeto, y cómo el analista opera con esto.
Si alguien me cuenta su sufrimiento entonces Yo persona analista no voy a aparecer en escena hablando de mi padecimiento, por más emparentado que esté con algo que me haya pasado a mí.
Si un paciente consulta porque es adicto al juego, yo no voy a hablar desde un Ideal, si eso está bien o está mal para mí, sino que -y aquí está el quid de la cuestión- le voy a pedir que hable: por qué lo hace, desde cuándo, para qué, para intentar revelar su sufrimiento inconsciente. Si este paciente me dijera al cabo de algunas sesiones "mi padre nunca jugó conmigo a ningún juego" bueno, ahí estaría la demanda de análisis, le pedí de hablar sobre lo que quiera, sin juzgarlo y aparece eso en su discurso. Ahí comenzaría el trabajo analítico propiamente dicho. Un duelo no elaborado podrá quitar el sufrimiento de más que le trae la ludopatía.
Veamos algunos ejemplos más, para ver con mayor claridad, que la persona del analista puede estar presente en el análisis pero sin demandar él como persona, sin responder a partir de sus ideales sino produciendo él mismo la demanda de análisis, o el acto analítico.
Una paciente consulta porque es monja y no se siente bien en el convento. Si la persona del analista profesa esa religión no podría emitir juicio de valor alguno, sino preguntar desde su función ¿por qué queres dejar el convento? ¿Por qué te sentís mal con eso? "No sé" responde. bueno, veremos con el transcurso del análisis qué se te ocurre con este tema. Pasadas 4 entrevistas dice "resulta que mi padre siempre me trató mal, como un trapo de piso, siempre me decía me castigaba con miles de penitencias porque yo pecaba muy seguido" ahí tenemos la demanda del análisis, el sufrimiento de más que le hace insoportable estar en el convento. Algo de la Demanda del Otro, del Otro que la coloca en el Ideal de monja viene a arruinarle su existencia. Pero el analista -tal como Lacan nos enseñara- va a poner a la analizante en su deseo; y va a rehusar el goce, el Ideal del Otro. Como vemos, se trata de quitarle al Ideal la investidura gozante., y propiciar el deseo que causa al Sujeto. Esta paciente podrá ser Monja desde su deseo y no taponando la falta del Otro.
Muchas veces Demanda del Otro suele coincidir con el deseo del Sujeto: Mozart recibió el amor musical de su padre que era profesor en la Corte, pero su hijo se negaba enfáticamente a ser profesor, y eso irritaba a Leopold Mozart. El hijo no colmaba el Ideal.
Demos otro ejemplo. Una paciente consulta porque sus vínculos son muy lábiles, no logra estar en pareja estable, los hombres que quiere siempre la rechazan por " ser atorranta". El analista desde su persona, es decir mediante la transferencia imaginaria podría intervenir, para conmover esa imagen de atorranta "¿por qué decís que son los hombres que vos querés? Quizás te enredas con esos hombres para que te rechacen y sigas buscando -y encontrando- el mismo lugar de atorranta.
Por supuesto, el analista no responde a la demanda (inconsciente claro está) de "busco un hombre que me garche sin hacerme sentir atorranta". O si quiere garchar con su paciente, si los dos están de acuerdo y quieren lo mismo, el análisis no podría proseguir. El espacio analítico aloja a un sólo Sujeto., no hay dos. Es lo mismo que decir que La Ley queda del lado de la persona del analista. La ética es no responder a la demanda (inconsciente) que formula el paciente, tampoco comulgar con su sufrimiento. Este es un principio ético del psicoanálisis. Si bien conozco casos donde -renegación mediante- el analista cae y se enamora de su paciente, tiene relaciones sexuales, etc etc ....creo que lo antiético es seguir sosteniendo el análisis haciéndole pito catalán a La Ley, es decir, que el analista deja de estar en su función porque ésa función ha sido ocupada por su persona. Esto no implica afirmar que la transferencia imaginaria no exista. Aunque hay muchas formas veladas de estafar al paciente, sin que hayan actos perversos del analista. Recordemos: "el analista suspende su goce para no ceder en su deseo" porque sólo respeta el deseo de analizar, de leer el sufrimiento cifrado del paciente, quien obviamente va resistir a las intervenciones, a la interpretación, a los silencios del analista; pero justamente es cuestión del analista no retroceder [No resistir] y avanzar en la dirección de la cura. El analista va a propiciar el corte con el goce que parasita al Sujeto. Al respecto Lacan nos dice:"La castración quiere decir que es preciso que el goce sea rechazado, para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la Ley del deseo". "Bajo el nombre de psicoanálisis muchos se dedican a una “reeducación emocional del paciente”
Concluyo entonces: el analista se ocupa de descifrar ese discurso del paciente, y tratatá de posicionar al mismo como analizante, que lea y escriba con su analista una nueva posición ante el deseo, quitándole al Ideal su fuerza destructiva.
Yo analista tampoco voy a engañarlo haciéndole creer que su padecimiento se arregla reforzando el Ideal (eras atorranta ahora sos santa). El Sujeto del deseo aparece porque el analista lo causa, y lo hace hablar en (la escena del) análisis.
Juan Pablo Moscardi
Psicoanalista en formación
Bibliografía
J.Lacan
Seminario 17. "El psicoanálisis al revés" Ed.Paidós, Bs. As
Seminario 20. "Aún", Edición RRP.
Escritos 1. Ed. S.XXI. Bs As-España.
Escritos 2. Ed. S XXI. Bs. As-,España.
https://youtu.be/dzqKDI9Q0Qo. La función del analista. Juan Manuel Martínez
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