DUELOS, AMOR, MELANCOLÍA
“No sabemos
cuál es el último encuentro con alguien.
Cualquier encuentro
puede ser el último.
Y cualquier encuentro lo es
aunque haya otros.
También con uno mismo.
Por eso toda cita es improbable.
Toda cita es hacia el pasado.
Y nosotros creamos el pasado
porque sólo el pasado nos crea”.
Roberto Juarroz. Decimocuarta poesía vertical. Poema 74.
“Distancia: es cuando alguien se va de alguien”
Eduardo Galeano
Los duelos –y no el duelo, pues es
plural el asunto- son siempre difíciles, porque implican aceptar la pérdida: la
muerte de un ser querido, dejar un empleo, el desencuentro amoroso, hacer una
mudanza, etc etc. Sin embargo, esas pérdidas no son iguales para todos, sino que
dependen del narcisismo de cada Sujeto: el psicoanálisis no es psicología, no
tiene un manual donde buscar la causa del sufrimiento, sino que escucha al
Sujeto a-travesado en su historia por ese dolor. No obstante,
podemos agregar que hay un dolor, una pérdida estructural a todo ser hablante:
el hecho de habitar el lenguaje es el dolor de existir, sabiendo que como
Sujetos nunca completamos al Otro –ni podemos completarnos- con el Otro. O como
decía M. Safouan: “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser
(el falo del Otro)”.
Si nos remontamos al principio del
siglo pasado, hay una serie de trabajos de Freud “Introducción al Narcisismo”
y “Duelo y melancolía”, -ambos publicados en fechas muy cercanas
(1914/1915)- que dan cuenta de conceptos que están interrelacionados de manera
tal que no podemos explicar uno sin el otro (y viceversa). En esos textos, el
creador del psicoanálisis investiga el duelo y la melancolía como procesos que
alteran el narcisismo.
Hace poco leí en un fragmento, “lo
que es flexible vence a lo rígido”. Me pareció genial, al igual que el
poeta mexicano Octavio Paz, “todo fluye, lo que viví lo estoy muriendo
todavía”.
Pensemos por ejemplo, un Gerente de
Banco que se queda sin trabajo por cierre de la entidad bancaria. Este sujeto deberá
elaborar la pérdida y dejar de sostener el emblema narcisista de “Gerente”. De
lo contrario, va directo a la melancolía. Es ahí donde deberá rearmarse y salir
a buscar otro trabajo, en vez de quedar atornillado al puesto de Gerente, que ya
no es más. (1) “La sombra del objeto recae sobre el Yo” -
esa rigidez, ese imaginario no agujereado, hace de tapón e inhabilita el
trabajo-de-duelo. Y esto fue claramente advertido por Freud cuando
escribe esos textos en plena Guerra Mundial, se sorprende al escuchar a los
sobrevivientes que lejos de alegrarse por haber vuelto a su hogar con
vida siguieran viviendo/sufriendo con tristeza y desazón
su día a día, melancolizados. Entonces, la guerra (no) había terminado, sino
que continuaba dentro de ellos.
Es aquí donde nos preguntamos, ¿los
duelos tienen más que ver con uno mismo que con la situación (eso que se perdió)?
Una posible respuesta a este
interrogante tiene que ver con la relación que el sujeto tenía con esa
situación (el enamoramiento no es más que el Yo Ideal, unido al Ideal del Yo).
El amor y el duelo giran alrededor de esa dialéctica; el otro nos quita y a la
vez nos devuelve algo de nuestra imagen. Pero aclaremos este punto,
porque puede dar lugar a lecturas equivocadas. El Sujeto ama/odia –y también
ignora- con su Yo, pero el narcisismo es un lugar de engaño. “el Yo está
estructurado exactamente como un síntoma, no es más que un síntoma privilegiado
en el interior del Sujeto. (…) En efecto, es muy difícil definir al Yo como una
función autónoma, y al mismo tiempo como un maestro en errores, sede de
ilusión, lugar de una pasión que le es propia y que conduce al desconocimiento. (...) Función de desconocimiento; esto es el Yo en el análisis” (2)
En los duelos se trata de revelar ese
desconocimiento, esa ilusión, ese engaño. La pasión del Yo es –ni más ni menos-
su investidura, que a veces se hace difícil soportar: “ya no soy más su novio,
ya no es más mi novia”, “ya no soy más Gerente”. En el análisis se trata de
duelar eso que fuimos, –y que ya no podemos ser- léase: la caída del Ideal.
Pero el Sujeto no se resigna muy
fácilmente a castrarse, a dejar morir una parte de su Yo que –aunque sea
ilusorio- conlleva gran parte del sufrimiento melancólico. En la melancolía –a
diferencia del duelo- el yo del sujeto queda adherido al objeto perdido, es
decir, no hay una separación entre lo que se perdió y el yo. No hay sujeto más narcisista que un melancólico/a.
Para finalizar, les recomiendo la
película Argentina “No sos vos, soy Yo” protagonizada, con la excelente
actuación de: Diego Peretti, Marcos Mundstock (miembro de les Luthiers, hoy fallecido)
Soledad Villamil, y Cecilia Dopazo; donde se ve claramente esta temática, una
historia real cargada de ficción –o una ficción que imita a la realidad, como
decía Borges- con mucho humor, donde el Sujeto transita su duelo, su tristeza,
sin que se convierta en melancolía.
Juan Pablo Moscardi
Duelos, amor, melancolía
(No sos vos, soy Yo)
Arte:Edvard Munch
(1) Carlos Graiño. "teoría, Clínica y Práctica en Psicoanálisis. Ed. Letra Viva. 2006. Pág. 20
(2) Jacques Lacan: Seminario 1. Clases del 13 de enero 1954 y 17 febrero del mismo año
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