LA FUNCIÓN DEL RASGO UNARIO

 

RESUMEN

El siguiente trabajo está destinado a explorar la función del rasgo unario en el Seminario IX, La Identificación de J. Lacan (Lacan 1961-1962) En primer lugar, se abordan conceptos introductorios sobre el concepto de identificación en este contexto y se separa teóricamente la identificación de la identidad. Luego, se diferencia el rasgo unario del significante y se plantea la importancia del Einziger Zug freudiano. Por último, se articulan los desarrollos anteriores con el fin de comprender lo que el psicoanálisis entiende por “sujeto”.

Palabras clave: rasgo unario, significante, identificación, sujeto

INTRODUCCION

En el Seminario IX, La identificación (Lacan 1961-1962) [2] Lacan sostiene que de lo que se trata en la identificación es de la relación del sujeto al significante por eso, el autor realiza grandes empeños para no reducir sus aportes sobre este concepto a su vertiente imaginaria. De esta manera, a esta altura de su enseñanza, ya no se trata de saber con quién nos identificamos sino de qué manera la identificación se entrama con la constitución misma del sujeto. Así, Lacan propone pensar este concepto en relación a la estructura simbólica. La tesis principal de este seminario es que la identificación se contrapone a la unificación. Esta hipótesis se sostiene a partir de una fuerte crítica al positivismo lógico, fundamentalmente al principio de identidad, que se basa en la ecuación: A es igual a A. Por eso, Lacan plantea que el principio de identidad está en las antípodas de la identificación y que la identificación no es la identidad.

Cabe destacar que, para fundamentar este planteo el autor debe formalizar la función del rasgo unario y distinguirla de la del significante. Esta formalización será el eje del presente trabajo. Por último, relacionaremos los desarrollos anteriores con la manera de concebir el sujeto en psicoanálisis.

La diferencia entre el significante y el rasgo unario

A) El significante

Como ya adelantamos, la distinción conceptual entre el “rasgo unario” y el significante le permite a Lacan avanzar en el problema de cómo entender la identificación en este momento de su obra.

En primer lugar, reflexionaremos sobre las características del significante, el cual se define por ser lo que representa al sujeto para otro significante. Podríamos decir que, esta definición produce el distanciamiento de la fórmula “A es A”, que ha marcado toda una época de pensamiento, ya que el autor plantea que el significante es fecundo por no ser en ningún caso idéntico a sí mismo. [3]

Entonces, si pensamos a A como un significante no puede definirse de ninguna manera sino como no siendo lo que los otros significantes son. Así, “A no puede ser igual a A”. Entonces, “el significante no pueda definirse sino justamente de no ser todos los otros significantes” (Lacan 1961-1962, p. 30). En otras palabras, el mismo se define por su oposición y diferencia con otros significantes. Allí, podríamos ubicar el verdadero soporte de la identidad.

Para ilustrar esta cuestión, Lacan expone la frase: “la guerra es la guerra” y explica que no se trata de una tautología. [4] porque la primer “guerra” no es igual a la segunda. Entonces, se subraya que no existen las tautologías pero no porque la primera “guerra” y la segunda quieran decir cosas distintas-no es un problema de diferencias cualitativas- sino que se entrama con el modo de concebir al significante. En palabras de Lacan: “cada uno de esos trazos no es en absoluto idéntico a su vecino, pero no es porque sean diferentes que funcionan como diferentes, sino en razón de que la diferencia significante es distinta de todo lo que se refiere a la diferencia cualitativa”. (Lacan, 1961-1962, p 33)

Asimismo, es importante destacar que, en la lógica significante se necesitan al menos dos, al significante no se lo puede leer solo. Se entiende así que, la diferencia no está en lo real sino en lo simbólico porque “es el significante el que decide, es él el que introduce la diferencia como tal en lo real, y justamente en la medida en que no se trata de diferencias cualitativas” (Lacan 1961-1962, p, 34). Por otro lado, podríamos diferenciar al significante del signo: “El significante, al revés del signo, no es lo que representa algo para alguien, es lo que representa precisamente al sujeto para otro significante” (Lacan 1961-1962, p, 35). De esta manera, el significante se distingue del signo porque el primero no manifiesta sino su presencia de la diferencia como tal.

B) El rasgo unario

Podríamos partir de algunas preguntas para abordar este concepto: ¿cómo lo construye Lacan?; ¿por qué lo llama “rasgo unario”?; ¿qué diferencia existe entre un rasgo binario y un rasgo unario? En primer lugar, aclaremos que el término unario no es un neologismo sino que está tomado de las matemáticas. [5]

Si, como planteamos al principio, la identificación no tiene que ver con la identidad, el concepto de rasgo unario no se relaciona con el Uno de la unificación. Entonces, nos preguntamos: ¿cómo se aborda el Uno en este seminario? Lacan señala que este Uno del que hablamos para referirnos al rasgo unario no es el uno de Parménides ni el uno de Plotinio ya que, insistimos, no es el Uno de ninguna totalidad. Para Lacan, el rasgo unario es un “trazo particular” que funda lo Uno y es el “soporte” del significante: “La fundación del uno que constituye este trazo, no está tomada en ninguna parte más que en su unicidad: como tal no se puede decir de él otra cosa que es lo que tiene en común todo significante de ser ante todo constituido como trazo, de tener este trazo como soporte” (Lacan, 1961-1962, p 18)

Asimismo, en este contexto se afirma que: “el Uno como tal es el Otro”. (Lacan 1961-1962, p, 26) En “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” (Lacan, 1960) el trazo unario es pensado como una “marca invisible” que el sujeto recibe del significante. [6] Podríamos contraponer a partir de aquí, esta “marca invisible” del rasgo unario con una “marca visible” que se puede asociarse al significante.

Asimismo, Lacan nos enseña que el rasgo unario hace a la “esencia del significante”, le da a la función significante su valor, su acto y su pertinencia.

De esta manera, el significante implica la lógica binaria. Sin embargo, el rasgo unario no puede someterse a la misma y más bien podría pensarse como condición de ésta porque no se encadena pero permite el encadenamiento. Así, el mismo se convierte, insistimos, en el “soporte” de la diferencia significante.

Por eso, este trazo podría sustituir a todos los elementos que constituyen la cadena significante, “soportar esta cadena por sí solo y simplemente por ser siempre el mismo”. (Lacan, 1961-1962, p 18) Lacan sostiene que, a este trazo lo encontramos como límite de la experiencia cartesiana del sujeto evanescente como tal ya que, es un trazo despersonalizado no solamente de contenido sino de variación.

Siguiendo con este planteo, podríamos considerar al rasgo unario como aquel trazo que borra lo figural del objeto: “Es porque borra lo figurable de la imagen que algo de esta imagen, en tanto sustraído de ella, produce un efecto de borramiento de la imagen en la cual esto estaba contenido” (Aramburu, J, 1998, p. 196) De esta manera, se subraya que es un rasgo distintivo en tanto está borrado todo lo que lo distingue salvo la propiedad de ser “un rasgo”[7]

Es en este sentido que Lacan se ocupa de separar la diferencia significante de la “diferencia pura o absoluta” [8] y señala que el Uno del rasgo unario marca la diferencia pura. A partir de esta distinción, intenta pensar la relación entre el rasgo unario y, la letra, el número y el nombre propio.

Para resumir, el rasgo unario no puede pensarse como marca significante sino que se trata de una marca que implica un borramiento y que esta constituye su función de “soporte”.

C) El Einziger Zug

En primer lugar podríamos subrayar que, para formalizar el concepto de “rasgo unario” Lacan extrae el término “Einziger Zug” de los aportes freudianos. Recordemos que, en el texto “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921), Freud plantea, entre otras cosas, la relación entre la identificación y la formación neurótica del síntoma. El autor sostiene que una de las identificaciones que pueden entramarse en el síntoma se denomina regresiva y parcial al rasgo de un objeto amado u odiado -refiriéndose así a los objetos edípicos. De este modo, el autor explica que se toma un “único” rasgo (“Einziger Zug”) de la persona objeto. Por otro lado, cuando el autor ejemplifica detalla dos síntomas de su paciente “Dora”, paradigma de la histeria en su obra. De esta manera, el concepto de “rasgo” se relaciona directamente con la formación de síntomas en la histeria.

A partir del análisis de la enseñanza lacaniana, como pudimos ubicar en los desarrollos previos, este concepto no se reduce, ni a la histeria ni a la formación neurótica de síntomas sino que, se convierte en un concepto estructural que permite abordar la identificación en el nivel de la constitución misma del sujeto. En correlación con este planteo y a partir de los aportes de la teoría de conjuntos, Lacan propone utilizar el término “unario” en lugar del término “único” ya que, el primero permite pensar mejor sus formulaciones.

Finalmente, el autor hace del rasgo unario la figura develada del Einziger Zug de la identificación. [9]

El rasgo unario y el sujeto en psicoanálisis

Lacan, siguiendo el camino emprendido por Freud, va a romper con la idea del sujeto del conocimiento que puede comprenderse o conocerse a sí mismo. La autonomía del sujeto se transforma así en una ilusión ya que, el principio de identidad no puede ser aplicado al concepto de sujeto en psicoanálisis: el sujeto no puede ser nunca idéntico a sí mismo. En continuidad con este planteo, podemos subrayar que el enunciado se diferencia de la enunciación y el sujeto en análisis no puede responder a la pregunta: ¿quién habla?, pues él no sabe lo que dice y tampoco que habla. [10]

La originalidad del psicoanalista francés consiste en precisar que el sujeto “es del efecto del significante que surge como tal el sujeto”. (Lacan 1961-1962, p 28) Entonces, podríamos afirmar que el sujeto no es el significante sino el efecto del encadenamiento significante. En el texto “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” (Lacan 1960) podemos leer una relación entre el discurso en análisis y la estructura del sujeto ya que: “…el discurso de la sesión analítica no vale sino porque da traspiés o incluso se interrumpe (…)” “Este corte de la cadena significante es el único que verifica la estructura del sujeto como discontinuidad en lo real”. (Lacan, 1961-1962, p 781) De esta manera, se trata de un sujeto dividido, indeterminado, que no se lo puede atrapar con los significantes y se asocia a la función de “corte”.

El sujeto es efecto de la cadena pero justamente allí donde aparece para desaparecer, por esta razón, el sujeto se relaciona con los momentos de “fading” que impiden concebirlo como una unidad. Lacan plantea que lo que constituye la marca del sujeto es su desaparición y lo relaciona con una “huella borrada”. [11]

Esto último, nos permite pensar la relación entre el concepto de sujeto y el concepto de rasgo unario ya que, Lacan nos enseña que el sujeto se constituye en primer lugar como “ausencia de trazo”, “El sujeto como tal es menos uno” (Lacan, 1961-1962, p 104) Así, el sujeto se vincula con la exclusión de un trazo que demarca un vacío. Para graficar esta articulación el autor propone que el sujeto puede identificarse a la pelotita del nieto de Freud en el Fort-Da pero especialmente en relación al vacío, al momento de su desaparición. [12]

De esta manera, es en este contexto donde se introduce formalmente la topología para pensar al sujeto y se lo propone como “un anillo” a partir de la superficie topológica del toro. [13]

Por otro lado, Lacan va a relacionar al sujeto con el rasgo unario y el nombre propio. Así, nos explica que “el sujeto es lo que se nombra. Si nombrar es en principio algo que se vincula con una lectura del rasgo uno que designa la diferencia absoluta” (Lacan, 1961-1962, p. 61) De esta manera, el nombrar atañe al nacimiento del sujeto.

Para terminar, podríamos decir que el nombre propio que es lo menos propio del sujeto- se anuda al rasgo unario porque no tiene que ver con las significaciones sino que sugiere un lugar vacío que no responde al quién soy, enigma que constituye la rúbrica de la falta en ser.

Algunos comentarios finales

Hemos establecido que el rasgo unario permite formalizar el concepto de identificación, separarlo definitivamente de la identidad y no reducirlo a su vertiente imaginaria. Creemos que estos aportes conllevan consecuencias importantes para pensar la clínica en psicoanálisis. Pues a partir de Lacan, este trazo se convierte en el “soporte” de la cadena significante y al mismo tiempo, permite fundamentar el concepto del sujeto en relación a la falta estructural.

Haddad, María Ivon (2011).

La función del rasgo unario. III Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XVIII Jornadas de Investigación Séptimo Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología – U.B.A, Buenos Aires.

NOTAS AL FINAL

[1] El presente trabajo se inscribe en el marco de la investigación de beca Maestría U.B.A: “Histeria, identificaciones y topología en la obra de J. Lacan en el período 1961-1968” dirigido por el Profesor Mazzuca Roberto. La investigación tiene por objeto explorar la transformación del concepto de identificación que Lacan elabora en ese período, en relación con el concepto de “rasgo unario”. (Proyecto marco de esta investigación: UBACyT P036, 2008-2010. “El concepto de identificación: sus transformaciones, variedades y relaciones con la estructura de la histeria en el último período de la obra de Lacan (1974-1981)”, Facultad de Psicología, U.B.A, Secretaría de Investigaciones, Buenos Aires).

[2] Es importante destacar que,”Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente Freudiano” (Lacan, 1960) constituye un antecedente fundamental de los planteos del seminario mencionado.

[3] Lacan, J. (1961-1962) El Seminario, libro 9, La Identificación, Buenos Aires, Versión inédita, 2009, p 29.

[4] Ibíd, p 29.

[5] Ibíd, p 31.

[6] Lacan, J. (1960) “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente Freudiano”, En Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p 787.

[7] Lacan, J. (1961-1962) El Seminario, libro 9, La Identificación, Buenos Aires, Versión inédita, 2009, p 41.

[8] Ibíd, p 35.

[9] Ibíd, p 36.

[10] Lacan, J. (1960) “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente Freudiano”, En Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p 780.

[11] Lacan, J. (1961-1962) El Seminario, libro 9, La Identificación, Buenos Aires, Versión inédita, 2009, p 79.

[12] Ibíd, p 98.

[13] Ibíd, p 105.

BIBLIOGRAFÍA

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