PAGAR PARA AHORRARSE EL SUFRIMIENTO DE MÁS
“La impotencia para sostener auténticamente el ejercicio de una praxis se reduce al ejercicio de un poder”
J. Lacan. La dirección de la cura y los principios de su poder. 1960
“Les he mostrado la importancia, en la declaración de Alcibíades, del tema del ágalma, del objeto oculto en el interior del sujeto Sócrates. Y les he mostrado que es muy difícil no tomarlo en serio. En la forma y en la articulación con que eso nos es presentado, ésas no son palabras metafóricas, lindas imágenes, para decir que en líneas generales Alcibíades espera mucho de Sócrates. Ahí se revela una estructura en la cual podemos volver a encontrar lo que nosotros somos capaces de articular como fundamental en lo que llamaré la posición del deseo”
J.Lacan. Seminario VIII. 1 de Marzo de 1961
¿Qué ha de ser del deseo del analista para que opere de manera correcta?
J.Lacan. Seminario XI. 15 de enero de 1964
Se dice habitualmente en la parroquia psicoanalítica que en el dispositivo analítico hay que pagar. Pero,
¿Quién paga? ¿Qué se paga? ¿Para qué? ¿Por qué? Plantear estas preguntas no son
Verdades de Perogrullo, pues tampoco son sencillas de responder. El dinero en análisis tiene una función muy
particular ya que terceriza -vía la transferencia- la Demanda hacia el Otro: no
es pagar por lo que se le pide. Es lo que Sócrates hace con Alcibíades (en Otra
escena) cuando éste le declara su amor: su respuesta es la entrada de un objeto
de valor que está por fuera del intercambio. Ejemplo que nos lleva a pensar que
la belleza estaba escondida, paradójicamente, en la apariencia desagradable de
Sócrates. Curiosamente, la cultura griega hizo convivir ambos sistemas, el monetario
y el de los objetos agámalta.
Pensamos que en el terreno psicoanalítico el pago es intangible. No se trata meramente de hacer un pago monetario: ¿Cuánto es el precio que tiene el hablar de algo que aunque no se sepa tiene consecuencias? El valor del deseo es incalculable: se paga para no pagar tan costosamente por aquello que -aunque no se sepa- se desea, ahorrándose el sufrimiento de más.
Ilustremos esto con un ejemplo. Un paciente, que además es analista, se atendía con un analista conocido internacionalmente. En una entrevista comenta su recorrido analítico diciendo que éste famoso analista intervino muy poco en su análisis, aumentándole al doble el costo de las sesiones. Seguidamente se refiere a este hecho como “un reconocimiento a mi capacidad” (¿de quién?) a la vez que, a partir de ese momento, duplicó sus sesiones diarias (¿para qué?). Luego comenta que este cambio representó para él un desafío, ya que recibía (¿por fuera del espacio analítico?) a su "analista" cuando éste llegaba del extranjero a su país para dar conferencias, acompañándolo en todo momento para luego ir a cenar con él. Como vemos, no había pago analítico, sino que pagaba para que su "analista" no hable, para que no haga intervenciones en su tratamiento, devolviéndole como intercambio a eso el patrocinio cuando venía a su país para dar conferencias. De pagar €50 pasó a pagar €100 la sesión, duplicando a su vez la frecuencia de las sesiones. Pero el deseo del analista, mutis por el foro, como también el deseo del sujeto.
Para concluir:
la función del pago en el artificio del dispositivo es para producir algo que
antes no estaba, es decir, una pregunta (ante el Otro) que sirva como respuesta
(a su deseo): ¿Qué me quiere?. Y justamente no hay garantías para eso, más bien
lo único que garantiza la posibilidad del deseo es quitarle al Otro su
(supuesto-saber-en) potencia.
Juan Pablo Moscardi
Samantha Pérez
El pago [por el deseo ] en análisis
Enero 2025
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